¿Cómo afecta un divorcio a los hijos?

 

Muchas veces, dentro del marco de las consultas en terapia de pareja o intervención familiar me encuentro con dilemas y preguntas del siguiente estilo: ¿Cómo puede afectar mi separación a mi hijo?, ¿Puede que nuestro divorcio haga que nuestros hijos nunca encuentren pareja?, ¿Cabe esperar que nuestro hijo se ponga rebelde o agresivo?, ¿Cree Usted que mi hijo puede convertirse en una persona insegura por culpa de nuestra separación?, ¿Cómo puedo evitar que mi hijo caiga en una depresión por nuestra separación?, ¿Cómo puedo proteger a mi hijo durante el divorcio?, ¿Qué efectos tendrá mi separación en el futuro de mis hijos?, etc.

 

Posibles reacciones de los niños frente al divorcio

Sin ponerme aquí demasiado técnico, me gustaría exponer algunas de las reacciones que comúnmente pueden adoptar los niños ante el proceso de separación o divorcio de sus padres. Mecanismos inconscientes que no son más que modos de supervivencia

 

  • El niño regresivo: Nuestro hijo podría mostrarse, entre otras muchas posibilidades, como un niño regresivo, desarrollando conductas correspondientes a estadios previos del desarrollo. Podrían volver a presentar enuresis (hacerse pis), o encopresis (hacerse caca), volver a los terrores nocturnos, demandar el poder dormir en la cama con papá o con mamá, volver a pedir dormir con la luz encendida o bien aferrarse a juguetes, peluches u objetos de etapas anteriores. Esta no es mas que su forma de poder abstraerse del momento doloroso actual y, al mismo tiempo, una llamada de auxilio.

 

  • El niño parentalizado: La parentalización también es uno de los posibles efectos y es cuando el niño, por amor, asciende a la línea de los adultos para “hacerse cargo” de la madre o del padre, (por lo general de aquel progenitor que el niño percibe en condición de desventaja), para cuidarle convirtiéndose sistemicamente en “la pareja” de su padre o madre o incluso en la madre o padre de cualquiera de ellos. En este caso el niño deja de ocuparse de lo que en realidad le compete para pasar a un estado asistencial en donde el otro (madre o padre) cobra inconscientemente una mayor relevancia que el sí mismo. En la parentalización existe mucha angustia reprimida.

 

     

    Los hijos frente al divorcio

     

    • La negación: En otras ocasiones, el niño podría entrar en la negación, haciendo ver como que el suceso no le perturba. Hemos de tener cuidado en estas situaciones de no creernos que el niño lo entiende y lo acepta todo y por ello no reacciona. La negación, presente en los primeros estadios de los procesos de duelo por pérdida, es otra de las formas creativas que tiene un niño para evitar el dolor. Nuestra tarea será la de conducirle, amorosamente y en el momento adecuado, a tomar contacto con la realidad de la separación, brindándole un entorno seguro donde poder expresarse.

     

    • El niño ansioso: A diferencia del niño sobre adaptado o del niño que se ubica en la negación, el niño ansioso se hace notar. Es posible que presente cuadros de ira espontáneos dentro de sus diferentes entornos (hogar, escuela, vía pública) pudiendo manifestarse actitudes retroflectivas como el comerse las uñas u otras conductas autolesivas. Pueden reflejarse problemas en su rendimiento escolar y generar conflictos dentro de sus grupos de referencia.

     

    • El niño deprimido: Es el niño que se va hacia adentro. Es un niño que hace menos “ruido” que el niño ansioso aunque eso no es baremo de sufrimiento. En el niño deprimido, la energía se dirige hacia adentro y será importante, en estos casos, invitar al niño a exteriorizar sus emociones. Quiero aquí hacer hincapié en la palabra “invitar” como antónimo de “forzar” u “obligar”.

     

    • El niño manipulador: Es el niño que, por decirlo de algún modo, aprovecha la situación de sus padres y sus intentos de coalición para obtener ventaja. Los padres muchas veces sin darse cuenta someten a sus hijos a un conflicto de lealtades. El niño es utilizado emocionalmente para fines que son propios de la relación adulta de pareja. En ocasiones sirviéndose de él como mensajero o espía o bien coaccionándolo en una alianza contra el otro progenitor.

     

    • El adolescente indiferente: Los adolescentes suelen estar más preparados para enfrentar la noticia no solo por su desarrollo evolutivo sino también porque suelen tener más apoyo de su entorno de referencia a nivel horizontal, es decir, colegas y amigos con los que pasan tiempo juntos. Que este “pasotismo” no les engañe, ellos también sufren, y mucho.

     

    Es habitual que el adolescente se instale en la ira al mismo tiempo que intente hacer ver que esto no va con ellos: “ni me va ni me viene”, “me la suda”, “me da igual”, “es su rollo”, “que les den”, etc., son comentarios que habitualmente recibo de mis pacientes adolescentes que están transitando el divorcio o separación de sus padres.

    Aunque se muestren indiferentes y se auto aíslen de la situación, debemos acompañarles con un delicado equilibrio entre dos factores muy importantes: Por un lado hemos de respetarles su distancia y no forzarlos a hablar del tema, expresar sus emociones o asistir a terapia y, por otra parte, cuidar de que su auto aislamiento no les acabe sumiendo en la soledad, por lo que, con respeto y muuuuucha paciencia hemos de mostrarles lo mucho que nos importan y lo mucho que les queremos, dejándoles saber también que, si en algún momento les apetece hablar del tema, cuentan con nosotros.

     

     

     

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    Matías Podestá. Inspira Gestalt.
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